En la era actual, la discusión sobre el trabajo productivo se intensifica, especialmente al considerar los servicios y su intangibilidad. Desde una perspectiva legal, es crucial analizar cómo la propiedad intelectual se entrelaza con la naturaleza intangible de ciertos servicios, y cómo esto puede afectar la competencia.
Desde la teoría marxista, el valor en una mercancía se deriva del trabajo humano incorporado en ella. Sin embargo, la dualidad del trabajo concreto y abstracto destaca que, aunque el trabajo concreto crea el valor de uso, es el trabajo abstracto el que sustenta el valor. Este análisis es esencial para comprender la naturaleza de los servicios, donde el trabajo concreto, aunque útil, no se traduce directamente en un objeto tangible.
La intangibilidad de los servicios se examina considerando la clasificación de valores de uso en tangibles (materiales) y intangibles. Mientras algunos servicios, como la música grabada, son intangibles de consumo duradero, otros, como la energía contenida en una pila alcalina, son intangibles de consumo inmediato e irreproducible. Este análisis es esencial al abordar la propiedad intelectual, ya que muchos servicios caen en la categoría de valores de uso intangibles.
La pregunta crucial surge al considerar si el trabajo de profesionales como médicos y abogados constituye un valor de uso. La respuesta legal radica en que el servicio en sí mismo, y su resultado, representan un valor de uso intangible. El abogado, al resolver un litigio, crea un valor de uso en forma de un resultado (por ejemplo, un divorcio). Aunque este resultado no es intercambiable como un objeto tangible, constituye un valor de uso intangible que se consume en el proceso mismo de prestación del servicio.
Después de esclarecer los conceptos fundamentales y reconocer que el trabajo complejo, plasmado en servicios, genera valor, es imperativo aplicar este razonamiento al análisis de las marcas y los derechos de propiedad. En la actualidad, la producción de conocimiento se erige como un pilar esencial para la competitividad en todos los sectores. Peter Drucker sostiene que "el conocimiento se ha convertido en el recurso principal, así como en la fuente dominante y, quizá, única de la ventaja competitiva". Este principio se aplica tanto al conocimiento científico aplicado a la producción material como al generado en la creación de ideas en sí mismo.
Sin embargo, la propiedad de este conocimiento es lo que habilita a las empresas para explotarlo, y aquí entra en juego la dimensión jurídica, donde solo el creador del conocimiento puede comerciar con él. La nueva economía se caracteriza por negociar entidades sutiles como información, relaciones, derechos de autor, espectáculos, valores y derivados, transformando la producción en algo diferenciado y orientado a satisfacer las preferencias individuales del consumidor.
En este contexto, las empresas se embarcan en la generación de ideas innovadoras que, en última instancia, se convierten en derechos de propiedad. Este derecho exclusivo permite a las empresas explotar el conocimiento generado, otorgándoles ventajas competitivas y consolidando su posición en el mercado. La producción ya no se centra únicamente en bienes estandarizados, sino en la creación de intangibles valiosos, donde la calidad del trabajo complejo, la habilidad específica, y la imagen personal se convierten en elementos distintivos.
En la actualidad, las empresas del conocimiento invierten significativamente en investigación y desarrollo (I+D), enfocándose en la creación de intangibles con un valor extraordinario. Marcas y patentes son resultado de un trabajo complejo, ya sea en diseño, invención, innovación, eslogan, software, logotipo, o cualquier otra forma de genialidad humana que se traduce en un derecho de propiedad.
Estos derechos de propiedad, esenciales en la nueva economía, incluyen:
El éxito de una marca o patente está intrínsecamente ligado al éxito del producto que representa. Apple, por ejemplo, a medida que la marca se consolidó, la gestión de propiedad intelectual se centró en proteger no solo el hardware del iPhone, sino también el ecosistema digital único que ofrecía. Apple ha patentado características distintivas, interfaces de usuario y tecnologías integradas, asegurando su posición en la vanguardia de la innovación tecnológica. La gestión de la propiedad intelectual se convierte así en un componente crucial de la estrategia empresarial.
En la dinámica contemporánea, el trabajo complejo emerge como un componente esencial, incluso más valioso que la propia empresa. En contraste con la visión tradicional de Marx, donde el trabajo se subsume al capital, hoy presenciamos cómo el trabajo complejo, al generar conocimiento, se convierte en el corazón mismo de la empresa.
Este proceso se asemeja a una simbiosis, donde el trabajo complejo depende del capital para desarrollar sus habilidades. Sin esta relación, este tipo de trabajo perdería su productividad, dejando de generar ideas y conocimientos cruciales para los intereses capitalistas. No solo crea y desarrolla ideas para la venta y la concentración de mercados, sino que también vende al capital la capacidad de concebirlas. En este contexto, la empresa demuestra un interés más profundo en el trabajador que en el producto inmediato que pueda generar, marcando una diferencia notable con el trabajo asalariado convencional, fácilmente sustituible.
La propiedad intelectual desempeña un papel crucial en este escenario. Aunque es vital para salvaguardar la creatividad e innovación, su gestión requiere una supervisión legal rigurosa para evitar convertirse en una barrera para la competencia y el bienestar público. Buscar un equilibrio es imperativo para fomentar la innovación sin comprometer la competencia y el acceso a servicios esenciales.
La propiedad intelectual, al tener la capacidad de proteger y estimular la creatividad, debe ser una herramienta al servicio de la sociedad, garantizando que la concentración de poder no socave la diversidad, la competencia y el progreso. En este delicado equilibrio, la propiedad intelectual se erige como un pilar esencial para impulsar la innovación sin menoscabar los principios fundamentales de la competencia y el beneficio colectivo.
Lechuga, J., & Bustamante, J. (31 de Mayo de 2007). "Marcas" o "monopolio del conocimiento": la naturaleza del trabajo en la nueva economía.
Villar, A. M. (s.f.). ¿Qué es un intangible? El valor de los activos no materiales de una empresa.