¿Cómo Impacta la Propiedad Intelectual en el Liderazgo Global? En el competitivo mundo de la innovación, los resultados del Índice Mundial de Innovación (GII) son un termómetro clave que mide el avance de países y economías hacia un futuro más creativo y tecnológicamente avanzado.
Este artículo ofrecerá una comparativa entre el Índice de Innovación 2023 y las expectativas para 2024, enfocándonos en cómo la propiedad intelectual (PI) e industrial han jugado un rol crucial en posicionar a naciones y empresas en la cima del ranking global.
Si bien ya conocemos qué mide el GII y la relevancia de la innovación en la economía global, en este análisis pondremos el énfasis en lo que realmente marcó la diferencia en 2023, y lo que puede cambiar drásticamente en 2024, desde el crecimiento en solicitudes de patentes hasta la importancia de una estrategia robusta de PI.
El 2023 marcó un punto de inflexión en la recuperación global post-pandemia, donde muchas economías retomaron el ritmo de crecimiento en innovación, pero no sin enfrentar desafíos. El Índice Mundial de Innovación 2023, publicado por la OMPI, destacó a países como Suiza, Suecia y los Estados Unidos como líderes indiscutibles en innovación. Sin embargo, lo que verdaderamente fue llamativo en este año fue la evolución de las economías emergentes, especialmente China e India, quienes consolidaron su presencia en el top 15 global.
China, que ya se posicionaba como un actor clave en innovación en los últimos años, mantiene su puesto en el top 15, mientras que India sigue escalando posiciones a una velocidad notable. Este crecimiento ha estado impulsado por su fuerte inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) y un enfoque estratégico en la protección de la propiedad intelectual.
En 2023, China se destacó con un aumento del 7.8% en el número de solicitudes de patentes internacionales bajo el PCT, consolidando su liderazgo como una de las principales potencias en innovación tecnológica.
Por su parte, India, con su foco en sectores como la biotecnología y las fintech, ha ganado terreno, apoyándose en una sólida infraestructura legal en propiedad intelectual, a la par de reformas regulatorias que facilitan la protección de invenciones y desarrollos tecnológicos. La clave del éxito de estas economías ha sido la sincronización entre innovación y PI, lo que les ha permitido capturar una mayor parte del valor agregado en el mercado global.
A pesar de la notable recuperación de algunas economías tras la pandemia, América Latina sigue rezagada en términos de innovación. El Índice de Innovación 2023 destaca que países como Chile, México y Brasil siguen liderando en la región, pero aún con puntajes que los dejan muy por detrás de los líderes globales.
Un factor crítico en esta disparidad es la falta de inversión robusta en I+D y, más importante aún, la debilidad en los sistemas de propiedad intelectual, los cuales no permiten una protección eficiente de invenciones locales. Por ejemplo, mientras que Chile ha mejorado sus políticas de PI y ha logrado avanzar en la creación de startups tecnológicas, aún enfrenta barreras significativas en la internacionalización de sus innovaciones.
México, por otro lado, ha visto un crecimiento en las solicitudes de marcas registradas, pero su desempeño en patentes sigue siendo modesto. La pregunta que queda en el aire es: ¿Podrá América Latina aprovechar mejor sus recursos y fortalecer sus sistemas de PI para escalar posiciones en 2024?
El Índice Global de Innovación (GII) 2024 refleja un cambio significativo en la forma en que las economías del mundo están abordando la innovación. El año 2024 es un punto de inflexión en cuanto a cómo las tecnologías emergentes, el emprendimiento social y las políticas públicas se integran para enfrentar desafíos globales complejos. A diferencia de años anteriores, la innovación ya no se ve solo como un motor de crecimiento económico, sino como una herramienta fundamental para la sostenibilidad ambiental y la cohesión social.
En el contexto actual, marcado por la creciente crisis climática, las tensiones geopolíticas y los efectos persistentes de la pandemia, las naciones han tenido que replantear sus enfoques de innovación. El cambio hacia una economía más digitalizada y sostenible ha sido acelerado, con sectores como la inteligencia artificial (IA), la biotecnología y las tecnologías limpias tomando un papel predominante en la agenda de investigación y desarrollo (I+D). 2024 es testigo de una competencia más intensa por el liderazgo tecnológico, lo que ha incentivado a los países a establecer políticas más agresivas para atraer inversión y fomentar la creatividad empresarial.
Además, la innovación ya no está exclusivamente centrada en las grandes economías. En 2024, algunas economías emergentes están logrando avances importantes en sectores tecnológicos clave, impulsadas por la digitalización y la implementación de soluciones frugales que aprovechan al máximo los recursos limitados. Sin embargo, este crecimiento está ocurriendo en un contexto desigual, donde las brechas de capacidad tecnológica entre países ricos y en desarrollo siguen siendo un desafío importante para la inclusión global en los beneficios de la innovación.
El papel de la propiedad intelectual en el Índice Mundial de Innovación no puede ser subestimado. En 2023, se reportó un aumento del 9.2% en el número de solicitudes de patentes a nivel mundial, lo que indica una clara recuperación tras la pandemia. Este dato es crucial porque revela no solo el volumen de innovación, sino también la calidad y protección de los activos intangibles en todo el mundo.
Para los abogados especializados en PI, este incremento refleja la creciente demanda de servicios de protección de activos intelectuales, desde la gestión de portafolios de patentes hasta la litigación en derechos de autor y marcas. La propiedad intelectual se ha convertido en un activo estratégico, y las empresas que logren gestionar de manera eficiente sus invenciones estarán mejor posicionadas para enfrentar los desafíos competitivos del futuro.
Estas tendencias sugieren que la innovación en 2024 está cada vez más impulsada por una combinación de factores sociales, ambientales y tecnológicos, en un esfuerzo por equilibrar el crecimiento económico con el bienestar global y la sostenibilidad.
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