“De la Huella al Bosque” nació con una inquietud incómoda.
Cada procedimiento legal que ejecutamos —por necesario que sea— deja una marca. Una huella que no se ve en los expedientes, pero que permanece en el ambiente: emisiones, residuos, energía consumida, materiales incautados, desplazamientos.
Durante años actuamos conforme a la ley y cumplimos con los estándares. Pero eso no bastaba. La pregunta, inevitable, empezó a tomar forma:¿Qué queda después de que se logra justicia? ¿Qué pasa con lo que no se contabiliza: el aire, los suelos, los árboles?
Así nació “De la Huella al Bosque”, como una respuesta ética y práctica ante una realidad silenciosa pero persistente: el ejercicio del derecho también impacta al planeta.
Y si ese impacto es inevitable, decidimos que no podía ser ignorado.
Esta es una propuesta de justicia restaurativa desde el derecho, impulsada por una convicción simple pero poderosa: toda acción legal deja una huella. Pero ¿y si esa huella pudiera convertirse en vida?
Por cada acción antipiratería que realizamos —incautaciones, resoluciones, intervenciones— restauramos. Sembramos árboles nativos en zonas estratégicas, regeneramos ecosistemas, damos una segunda oportunidad a los territorios. Porque ejercer el derecho no solo implica defender lo justo. También implica asumir sus consecuencias y actuar en consecuencia.