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IA, Blockchain y la Nueva Era de la Propiedad Intelectual: ¿Amenaza o Herramienta para Proteger Marcas?

Comunicaciones L&C
mayo 14, 2025
mayo 14, 2025

La irrupción de tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y el blockchain ha transformado profundamente la manera en que concebimos la creación, protección y distribución de activos intangibles. Esta transformación plantea oportunidades inéditas para autores, inventores y empresas, pero también desafía los marcos jurídicos tradicionales sobre los que se sustenta la propiedad intelectual (PI). En particular, los conceptos de autoría, titularidad y control sobre los derechos de explotación están siendo cuestionados por la velocidad y escala de innovación tecnológica.

En este mundo digital, los sistemas legales deben lidiar con interrogantes nunca antes enfrentados: ¿puede una obra generada por IA tener derechos de autor? ¿Qué validez tiene una prueba de titularidad si está registrada en una red blockchain no regulada? Estas preguntas no son teóricas. Se reflejan en disputas reales, como la demanda de The New York Times contra OpenAI, y en iniciativas que buscan generar soluciones prácticas, como las certificaciones éticas de entrenamiento de IA promovidas por Fairly Trained.

Al mismo tiempo, el debate se ha vuelto político y filosófico. Figuras influyentes del mundo tecnológico, como Jack Dorsey y Elon Musk, han abogado por repensar o incluso abolir las leyes actuales de propiedad intelectual, considerando que entorpecen la libre circulación de ideas. Otros, en cambio, alertan sobre el riesgo de dejar a los creadores humanos en una posición de vulnerabilidad frente a sistemas automatizados capaces de replicar —y monetizar— su trabajo sin consentimiento ni compensación.

Frente a esta tensión, el artículo propone analizar tanto los desafíos como las oportunidades que presentan estas tecnologías desde una perspectiva de derecho de propiedad intelectual, enfocándose en tres grandes bloques: los dilemas legales de la IA, el potencial del blockchain para una gestión más equitativa de derechos, y el debate ético y regulatorio que exige respuestas adaptativas y transversales.

Inteligencia Artificial: ¿Autora, herramienta o infractora?

La inteligencia artificial ha demostrado capacidades creativas que hace una década hubieran parecido ciencia ficción. Hoy, algoritmos como DALL·E 2, Midjourney o ChatGPT pueden generar ilustraciones, composiciones musicales, códigos de software o textos periodísticos con un nivel de sofisticación notable. Sin embargo, la legalidad de estas creaciones se encuentra en terreno inexplorado. La pregunta clave es: ¿puede atribuirse titularidad de una obra a una inteligencia artificial, o a su programador?

Las oficinas de propiedad intelectual más importantes del mundo han sido claras al respecto: la autoría, para efectos de derechos de autor, sigue siendo exclusivamente humana. Tanto la USPTO como la Oficina Europea de Patentes han rechazado solicitudes de patente cuyo único "inventor" era un sistema automatizado. No obstante, cuando la IA interviene significativamente en el proceso creativo, el encuadre jurídico se complica. La colaboración entre humanos y algoritmos exige definir nuevas categorías de autoría o adaptar las existentes.

Además, los modelos de IA suelen entrenarse con grandes volúmenes de contenido protegido, muchas veces sin autorización. En este contexto, la demanda presentada por The New York Times contra OpenAI —por presunto uso indebido de sus artículos para entrenar modelos de lenguaje— marca un punto de inflexión. Alega que no puede hablarse de uso legítimo si la IA produce textos que compiten con los originales, diluyendo el mercado de los autores humanos.

Para mitigar estos conflictos, han surgido propuestas como los sistemas de licencias para uso de datos protegidos, orientados al entrenamiento ético de IA. Iniciativas como Fairly Trained certifican modelos que respetan derechos de autor y exigen licencias explícitas para el uso de contenidos. Este enfoque busca un punto medio entre el desarrollo tecnológico y el respeto a los derechos adquiridos, pero aún no tiene reconocimiento normativo amplio. En la práctica, estamos lejos de una solución consensuada. Para saber más, puedes leer IA, creatividad y propiedad intelectual: un equilibrio necesario.

Blockchain: Un nuevo paradigma para la trazabilidad de derechos

En contraposición a los desafíos generados por la IA, el blockchain aparece como una tecnología con potencial para reforzar los sistemas de propiedad intelectual. Su estructura descentralizada, inalterable y verificable permite registrar obras, contratos y transacciones con un alto grado de fiabilidad, lo cual es especialmente valioso en industrias creativas y científicas.

Un ejemplo ilustrativo es el uso de contratos inteligentes para regalías en plataformas musicales como Audius, que permite a los artistas registrar sus canciones directamente en la blockchain, automatizar el cobro de regalías y obtener trazabilidad del uso de sus obras. Proyectos como Blokur trabajan en la identificación precisa del uso de música en plataformas digitales, permitiendo una compensación más justa para autores y compositores.

En el ámbito de las artes visuales, los NFTs han abierto nuevas posibilidades de monetización directa para los creadores. Artistas como Beeple o Grimes han vendido obras digitales únicas con registro de obras digitales garantizado por blockchain. Esta práctica ha generado un auge de ingresos en el arte digital, aunque también ha sido criticada por su volatilidad y por los riesgos de especulación.

Más allá de las industrias creativas, el blockchain se ha usado en sectores como el farmacéutico para garantizar confidencialidad y protección de secretos comerciales. Pfizer, por ejemplo, utilizó blockchain en el contexto de la pandemia para certificar cadenas de suministro críticas. En estos casos, la propiedad intelectual en la industria farmacéutica se refuerza con una capa tecnológica que dificulta la falsificación o la fuga de información estratégica. Para saber más, puedes leer Blockchain, el guardián digital de la Propiedad Intelectual de la industria musical.

El Debate Ético y Político: ¿Actualizar o eliminar las leyes de PI?

La crítica a las leyes de propiedad intelectual no es nueva, pero ha cobrado nueva fuerza con el auge de la IA y el blockchain. Jack Dorsey ha señalado que los derechos de autor benefician a intermediarios más que a los creadores, promoviendo un sistema de vigilancia y litigios que limita la colaboración. Elon Musk ha criticado a las patentes por convertirse en armas de bloqueo de innovación en sectores vitales como el energético.

No obstante, desde la perspectiva jurídica, estos cuestionamientos simplifican una realidad mucho más compleja. La PI no solo protege intereses económicos, sino que garantiza reconocimiento moral, control de explotación y permite atraer inversión. La sentencia del caso Thomson Reuters vs. Ross Intelligence (2024), que rechazó el uso de contenido protegido para entrenar IA bajo la excusa del fair use, representa un claro precedente en defensa del contenido original frente a modelos de IA que podrían sustituir el trabajo humano.

En lugar de abolir la PI, diversos expertos abogan por su modernización. El uso de licencias flexibles en propiedad intelectual, como las de Creative Commons, permite un equilibrio entre difusión y protección. Además, algunos países y entidades supranacionales exploran mecanismos innovadores. La Unión Europea, por ejemplo, ha propuesto aplicar un impuesto a empresas tecnológicas que utilicen contenido protegido en sus sistemas de IA, con el fin de redistribuir ingresos hacia los creadores originales.

Otro camino es la creación de estándares internacionales para el entrenamiento de modelos, como el propuesto por el consorcio VERSE, que busca establecer reglas claras sobre qué datos pueden utilizarse y bajo qué condiciones. Este tipo de iniciativas son fundamentales para crear un ecosistema de enforcement digital de derechos de PI que integre a los titulares de derechos desde el inicio. Si buscas mayor información, puedes revisar Jack Dorsey dice que no debería existir la ley de propiedad intelectual, y Elon Musk está de acuerdo.

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