La revolución de la inteligencia artificial (IA) ha puesto a los chips de alto rendimiento en el centro de la competencia tecnológica global. NVIDIA, reconocida por sus GPU, se consolidó como líder en el desarrollo de aceleradores para IA, esenciales para entrenar modelos de machine learning y procesar datos a gran escala. Sus productos son hoy un estándar en centros de datos y laboratorios de investigación.
En 2025, sin embargo, ese liderazgo enfrenta una presión inédita. Empresas chinas como Huawei han sido señaladas por la presunta copia de diseños de GPUs avanzadas, como los de su serie Ascend, mientras desarrollan hardware local para reducir su dependencia de proveedores estadounidenses. Esta situación ha generado acusaciones de infracción de patentes y una respuesta contundente de Estados Unidos, que ha endurecido el bloqueo de exportaciones de GPUs y la protección de su propiedad intelectual en hardware, invocando motivos de seguridad nacional.
El conflicto va más allá de las demandas puntuales. Washington ha limitado la comercialización internacional de chips que integren tecnología estadounidense, mientras China acelera su estrategia de autosuficiencia mediante inversión masiva en I+D, registros de patentes locales y el fortalecimiento de sus tribunales especializados en propiedad intelectual. Lo que se libra en los laboratorios y los tribunales es, en realidad, una guerra tecnológica EE.UU.–China donde las patentes de chips de IA son armas estratégicas.
El mercado global de chips de IA ha evolucionado aceleradamente en la última década, con NVIDIA como protagonista indiscutible. Su dominio en aceleradores para IA se debe a arquitecturas optimizadas (CUDA, núcleos tensoriales) y una estrategia de innovación continua. En China, su cuota llegó a alcanzar el 95% del mercado antes de las restricciones impuestas por Washington.
Sin embargo, la guerra tecnológica EE.UU.–China ha alterado este panorama. La inclusión de Huawei y otras compañías en la Entity List redujo drásticamente la presencia de NVIDIA en el mercado chino, mientras que Beijing ha respondido impulsando la autosuficiencia tecnológica mediante:
El resultado es una competencia dual: mientras NVIDIA mantiene la innovación de vanguardia, China acelera para cerrar la brecha tecnológica, con un claro componente geopolítico.
La disputa NVIDIA–Huawei es el ejemplo más visible de cómo la propiedad intelectual se ha convertido en herramienta de política internacional. El Departamento de Comercio de EE.UU. concluyó que ciertos chips Huawei Ascend se basaban en tecnología patentada estadounidense, y prohibió su exportación global por infringir controles de seguridad nacional.
Otros casos refuerzan la dinámica de enforcement agresivo:
Estos bloqueos evidencian que las patentes de chips de IA no son solo un activo legal, sino un recurso estratégico en la competencia tecnológica global.
La disputa NVIDIA–Huawei ha marcado un hito en la protección internacional. Según el Departamento de Comercio de EE.UU., ciertos chips Huawei Ascend utilizaban tecnologías patentadas de origen estadounidense, por lo que su exportación global fue bloqueada. Esta decisión, respaldada en las leyes de seguridad nacional, convirtió la propiedad intelectual en herramienta geopolítica.
Otros casos refuerzan la tendencia:
Estos episodios evidencian cómo la propiedad intelectual en hardware se ha convertido en un pilar de la estrategia industrial y de seguridad global.
Las restricciones de patentes tienen efectos duales. Para China, actúan como un catalizador para acelerar el desarrollo interno, con ejemplos como el modelo DeepSeek, optimizado para GPUs limitadas por las sanciones. Para Occidente, limitan ventas y recursos para I+D, generando un riesgo de desacoplamiento tecnológico.
La consecuencia inmediata es la fragmentación de la cadena de valor global:
La pregunta de fondo es si estas restricciones realmente protegerán la seguridad nacional y las patentes, o si terminarán acelerando la independencia tecnológica de China.
La guerra tecnológica EE.UU.–China por los chips de IA ilustra cómo la propiedad intelectual puede convertirse en arma estratégica. La disputa NVIDIA–Huawei es más que un caso de patentes: es un conflicto que redefine la forma en que las potencias abordan la innovación, el comercio y la seguridad.
El futuro dependerá de si los actores globales eligen prolongar la confrontación o construir mecanismos de coexistencia tecnológica. Para la industria, la lección es clara: en la era de la IA, cada chip es más que silicio; es un activo estratégico que define el equilibrio de poder.
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U.S. government turmoil stalls thousands of export approvals, sources say. Reuters.
China summons Nvidia over 'serious security issues' with chips. Financial Times.
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