La inteligencia artificial (IA) en la actualidad busca ser el escalón faltante para generar una resolución de la tecnología y un cambio en critico para las empresas a nivel mundial. Para la continua evolución de las IA se emplea una amplia gama de sectores y genera una gran repercusión en prácticamente todos los aspectos de los procesos creativos, técnicos y científicos.
La disponibilidad de grandes cantidades de datos para su entrenamiento y los avances que permiten acceder a una capacidad de cálculo elevada impulsan el crecimiento de la IA. La misma de a poco se convierte en una tecnología con fines comerciales y que obtiene aplicaciones para beneficiar a toda la economía y a la sociedad.
Entendemos que la Propiedad Intelectual y la Propiedad Industrial son necesarias para la formación e innovación de los procesos que sumen a la construcción de la IA, pero, ¿de qué manera influye el desarrollo de la IA en los procesos de Propiedad Intelectual?
El actual director general de la OMPI, Francis Gurry, señala que la actividad de patentamiento en el ámbito de la inteligencia artificial (IA) está avanzando con rapidez, con lo que es previsible que haya un número muy importante de nuevos productos, aplicaciones y técnicas basados en IA, que transformarán nuestro cotidiano.
Según los datos de la OMPI, dentro de las actividades económicas, las áreas que se desarrollan con mayor rapidez son la aeroespacial y la aeronáutica, que crecieron en promedio un 67%, entre 2013 y 2016; seguidas por las ciudades inteligentes (47%), los vehículos autónomos (42%), la atención al cliente (38%) y la computación afectiva, que permite que las máquinas reconozcan los sentimientos de los seres humanos (37%).
Estos datos reflejan el rápido crecimiento de la innovación en materia de IA. Esa tendencia y su acelerado desarrollo plantea una variedad de retos con respecto a la Propiedad Intelectual. La misma que no escapa de los beneficios de la inteligencia artificial, tampoco se aleja de los desafíos y serios cuestionamientos que trae consigo. Con respecto a estos desafíos el consultor en asuntos tecnológicos en México, Miguel Ángel Margaín, plantea un escenario donde la IA, con el paso del tiempo y la aceleración de la Revolución 4.0, también podría llegar a crear, diseñar e inventar.
La actividad creativa de las máquinas no significaba un aspecto que incite al debate, ya que era un complemento para el trabajo de las personas. Pero, con la irrupción de la IA, ahora existen dilemas legales: ¿un robot puede ser el autor de algo; o lo es el creador del algoritmo o la persona que opera esa máquina? Y en ese caso, ¿a quién corresponde la propiedad intelectual?
Las respuestas para estas preguntas, por parte del Director de la OMPI, es: "el mayor desafío, más allá del reto normativo, será cómo identificar lo que es una creación automática y lo que es una creación humana." Más allá de este dilema, también existen aportes clave que relacionan la propiedad intelectual con la AI y que se encuentran vinculados a temáticas de gestión automática de datos como el blockchain.
Con respecto a esta relación de apoyo entre AI y PI, este 26 de enero, se presentó una nueva aplicación tecnológica para la gestión de la Propiedad Industrial: Idectory es una app que utiliza Inteligencia Artificial para rastrear, entre las decenas de miles de bases de datos públicas de patentes y artículos científicos. Este buscador facilita a las organizaciones un análisis estratégico y personalizado del mercado de las patentes en cualquier lugar del mundo para tomar mejores decisiones a la hora de proteger este tipo de activos de Propiedad Industrial. Así, los usuarios podrán localizar rápidamente otras tecnologías similares ya patentadas, evitando riesgos de infracción a terceros, así como encontrar a potenciales aliados para desarrollar o implantar una tecnología o conocer la actividad de la competencia, entre otros.
El lanzamiento de esta nueva herramienta es impulsado por el papel cada vez más relevante de la Propiedad Intelectual e Industrial en el escenario económico mundial. Prueba de ello es que el número de invenciones para las que se solicita protección mediante patente ante las Oficinas de Propiedad Industrial se ha venido doblando cada quince años y que, según los expertos, en 2030 se llegarán a solicitar hasta 10 millones de patentes anuales en todo el mundo.
La app Idectory simplifica el tradicionalmente costoso proceso de búsqueda y análisis de toda esta información en las numerosas bases de datos públicas de patentes y artículos científicos, y su algoritmo arroja los resultados más relevantes para cada organización, adaptándose al lenguaje nativo del usuario.
Basantes, X. (15 de Marzo de 2020). La inteligencia artificial reta a la propiedad intelectual. Obtenido de El Comercio: https://www.elcomercio.com/tendencias/inteligencia-artificial-reta-propiedad-intelectual.html
Economist & Jurist. (26 de Enero de 2020). La IA desembarca en el sector de la Propiedad Industrial con Idectory, el rastreador inteligente de patentes. Obtenido de Economist & Jurist.: https://www.economistjurist.es/actualidad-juridica/actualidad-de-los-despachos/la-ia-desembarca-en-el-sector-de-la-propiedad-industrial-con-idectory-el-rastreador-inteligente-de-patentes/
OMPI. (15 de Marzo de 2020). Inteligencia artificial y políticas de propiedad intelectual. Obtenido de Organización Mundial de Propiedad Intelectual: https://www.wipo.int/about-ip/es/artificial_intelligence/policy.html
La nación Tsáchila es uno de los tantos pueblos indígenas que le dan a Ecuador el carácter de plurinacional e intercultural. Pero no es uno más, porque con apenas 3.000 habitantes (2010) este pueblo es depositario de un saber acumulado milenariamente que hoy está protegido mediante el reconocimiento de sus derechos intelectuales.
Para lograrlo, el pueblo tsáchila se acogió al proceso de depósito voluntario de sus conocimientos ante el Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (SENADI), contemplado en el art. 523 del Código de la Economía Social del Conocimiento, Creatividad e Innovación (2016). Su objetivo es impedir apropiaciones ilegítimas de los conocimientos de etnias, pueblos y nacionalidades. También servirá como medio de verificación para reconocer los derechos intelectuales colectivos sobre saberes tradicionales, por si alguien intenta infringirlos.
Pero antes, la decisión debió pasar por el Consejo de Ancianos, el máximo órgano encargado de regular la suerte de las prácticas que comprometen a los conocimientos ancestrales. Desde allí se propuso empezar con los rituales, la cosmovisión, los vegetales y la vestimenta tradicional.
El registro comenzó en enero de este año y en el proceso de recolección de información participaron varios personajes emblemáticos de la comunidad, la mayoría ancianos. Se han registrado 490 plantas medicinales y el pueblo tsáchila cuenta con los respectivos certificados de depósito.
Tras el registro, el Servicio Nacional de Derechos Intelectuales trabaja en los protocolos biocomunitarios para potenciar estos recursos ante empresas que quieran invertir en posibles patentes.
Fernando Nogales, experto en conocimientos tradicionales del SENADI, reconoce la importancia de esta construcción colectiva de la población tsáchila, tanto para la propia comunidad como para el país. Incluso -destaca- para que el mundo conozca el origen de esta riqueza.
Ciertamente, no se trata solamente de constatar el origen: “Una vez que los conocimientos son depositados en el SENADI, pasan a la base de datos, es decir que si las compañías farmacéuticas quieren patentar algún medicamento tienen que venir a la comuna a pedir consentimiento para poder realizarlo”, señaló Nogales. Y agregó que con el consentimiento llegarán beneficios, sean económicos o no.
Para Flavio Calazacón, presidente de la comuna El Poste, esta labor recién empieza: a futuro se espera la protección de "rituales de petrificación", energéticos e incluso de sanación; también bebidas como la Ayahuasca; expresiones como la danza; y festividades como el Kasama. “Los depósitos no están terminados, pero sí hemos avanzado, hemos ganado experiencia”, afirmó.
Son experiencias que suman y se nota: la Unidad de Conocimiento Tradicional del Servicio de Derechos Intelectuales informa que se han depositado 150 conocimientos tradicionales a escala nacional desde que rige la normativa. Son conocimientos originarios de los pueblos Sarayaku, Cofán, Kayambi y Tsáchila. La Unidad espera contar con una base de datos de 200 registros de las tradiciones hasta finalizar este año.
Desde el 14 de noviembre la nacionalidad Tsáchila ya cuenta con las certificaciones de los depósitos, son 44 y los recibió la gobernadora tsáchila, Diana Aguavil, en la comuna El Poste.
Son los 44 certificados de depósitos de conocimientos tradicionales que entregó SENADI en 2018... durante todo el año anterior fueron sólo nueve.
Fuente: Diario la hora
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Diario El Comercio
En el marco de la Asamblea General No. 58 de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual-OMPI, Francis Gurry, Director General de este organismo, se reunió con el Mgs. Santiago Cevallos, Director General del Servicio Nacional de Derechos Intelectuales-SENADI, para suscribir un Memorando de Entendimiento para la implementación de un Centro de Mediación para temas de propiedad intelectual en Ecuador.
Este centro tendrá como objetivo la solución inmediata de los conflictos, evitando el alargamiento de los procesos judiciales con sus altos costos, que en ocasiones llevan años sin poder resolverse. Con este espacio se agilita el proceso en una o tres sesiones como máximo y un acuerdo que beneficie a las partes.
La mediación es un procedimiento voluntario y confidencial, en el que los implicados deciden sobre su conflicto con base en sus intereses, es decir, las partes concurren libremente.
No existe obligación de permanecer en la etapa de mediación, y cualquiera de las partes puede dejarlo en el instante que consideren pertinente, también puede solicitarse en cualquier etapa de un juicio, siempre y cuando no exista aún la sentencia de un juez.
Para que esta suscripción se pueda llevar a cabo la OMPI se comprometió en brindar capacitación a los mediadores sobre propiedad intelectual en Ecuador que formarán parte de este centro; que se espera sea de gran utilidad para quienes busquen utilizar una forma alternativa en la resolución de conflictos.
La firma de este memorando entre el órgano máximo de la propiedad intelectual en el mundo y el SENADI, se logró a partir de la realización de negociaciones conjuntas que duraron cerca de 60 días, y que hoy pueden plasmarse en la realidad.
Fuente: SENADI
Sí, lo cierto es que esto es algo que en un principio puede sonar algo confuso, quien no va querer proteger propiedad intelectual de su aplicación, lo confuso es que sea el desarrollador de la aplicación de streaming pirata llamada TVZion. Y está muy enfadado con aquellos usuarios de la misma que acceden a su versión “Pro” de forma gratuita, es decir, que piratean la app para no pagar por la versión más avanzada.
Es más, tal ha sido su enfado contra estos usuarios que están pirateando su app centrada en el pirateo de contenidos sujetos a derechos de autor, que incluso ha llegado a amenazar con tomar represalias contra estos piratas, para proteger propiedad intelectual.
Para empezar os diremos que tras la caída de las aplicaciones para dispositivos basados en el sistema operativo móvil, Android de Google, como TerrariumTV, piratas de todo el mundo están buscando alguna otra alternativa fiable que les ofrezca contenidos de vídeo de manera similar a como lo hace Netflix, pero sin tener que gastar un solo euro. Así, una de las propuestas que más terreno está ganando en este sentido en los últimos tiempos en el mundo de la piratería móvil, es la mencionada app TVZion.
Este es un software para Android que se ve bastante bien, funciona de manera correcta, y es perfecto para aquellos que buscan acceder a las últimas películas y series de televisión de manera ilícita. Por un lado nos encontramos con una aplicación bien hecha que es gratuita, aunque claro, esta versión estándar de TVZion está repleta de anuncios, como sucede en otros casos similares. Por otro lado también hay una versión “Pro” que se anuncia como 100% libre de publicidad, funcionalidades premium, solicitudes con prioridad, y otras ventajas, para lo cual hay que pagar, como es fácil suponer.
Mientras que algunos usuarios de este programa están encantados de pagar, por un tipo de servicio que llama contenidos de pago de manera ilícita a través de la plataforma TVZion, el desarrollador del proyecto está cada vez más enfadado por el creciente número de usuarios, que quieren echar mano de esas funciones “Pro”, a coste cero. Y es que aunque la suscripción a esta versión de pago es mucho más barata que lo que se paga en otros servicios legales como Netflix o HBO, algunos quieren que sea aún más barato, es decir, gratis; aunque tampoco es algo que sea muy de extrañar.
Así, tal y como están las cosas, una de las opciones por la que muchos de estos usuarios se están decantando es por usar los archivos APK de TVZion que están disponibles en Internet y que están siendo promocionados en gran medida por Youtubers en el conocido portal streaming. Es evidente que todo ello está provocando un aparente exceso de carga y perjudicando al resto de usuarios, lo que afecta directamente a la calidad del producto como tal.
Es más, el responsable de la aplicación ha afirmado que, en gran medida debido al «mal uso» de TVZion, ha tenido que implementar diversas mejoras al servidor de la misma para así intentar evitar fallos en la reproducción de contenidos para el resto de usuarios «lícitos».
Al mismo tiempo afirma que en estos momentos, tras comprobar los registros, alrededor del 35% de los usuarios utilizan versiones modificadas del programa para acceder a la versión Pro de manera gratuita. Asimismo, echa la culpa de buena parte de todo ello, a los youtubers que se dedican a enlazar a las versiones modificadas de la app.
Es evidente que esta es una herramienta basada en un servidor, por lo que no podrá seguir funcionando de manera eficiente si esta tendencia sigue creciendo, ya que llegará un momento en el que se acaben las optimizaciones y el alquiler de servidores. Por tanto, ahora su desarrollador está pensando en lanzar algunas contramedidas para disuadir a los usuarios de querer usar la versión modificada, además de a los youtubers de enlazar a algunas de estas.
Así, suponiendo que se pueda identificar a estos «gorrones», el método más sencillo para acabar con sus acciones sería expulsarlos del servicio pero, según el desarrollador, está buscando algo más que eso, algo más radical que actuará como un elemento disuasorio para el resto.
Suceda lo que suceda en el futuro con la aplicación TVZion y sus usuarios, lo cierto es que la situación no deja de ser un tanto irónica, o incluso graciosa. Y es que el desarrollador de la app está sufriendo en sus propias carnes algo similar a lo que los titulares de los derechos que su herramienta viola, sufren a raíz de la misma. Sin pensar en lo importante que es proteger propiedad intelectual.
Fuente: ADSLZone
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Por: Alejandra Vargas Morera
En el 2017 la demanda de títulos de propiedad intelectual alcanzó niveles récord en el mundo, con China liderando el número de solicitudes de patentes, registros de marcas y diseños industriales. Sin embargo, ese mismo año, los números de América Latina fueron débiles, lo que sugiere una tendencia al estancamiento en la región, sin respeto a la propiedad intelectual.
El último informe de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) revela que en 2017 se presentaron a nivel mundial 3,17 millones de solicitudes de patentes, un 5,8 por ciento más que en el 2016. De ellas, el 65,1 por ciento provino de Asia, mientras América Latina y el Caribe, Oceanía y África juntos apenas sumaron un 3,4 por ciento.
En el 2007 en América Latina y el Caribe se solicitaron 58.100 patentes (un 3,1 por ciento del total). Diez años después, 2017, la cantidad llegó apenas a 57.600 solicitudes (1,8 por ciento).
Marco Alemán, director de la División de Patentes de la OMPI, reconoció a SciDev.Net que los números de patentes evidencian que los esfuerzos en innovación de América Latina son muy bajos, menos del 0.5 por ciento de su Producto Interno Bruto en promedio, y que “faltan más políticas de innovación” y más involucramiento del sector privado en dicha actividad.
Aunque creo que las patentes no son la única manera de medir el quehacer intelectual de un país, en una sociedad y economía del conocimiento sí es preocupante ver las cifras de América Latina.
Pablo Jenkins, Foro Económico Mundial.
Destacó también que las cifras de los solicitantes locales (o residentes) son muy bajas en los países más grandes de América Latina, como Brasil, México, Chile y Argentina.
“No es que las cifras en la región hayan bajado mucho (unas mil patentes menos), lo que ocurre es que otras regiones, como Asia, aumentaron significativamente”, subrayó.
El informe menciona que el tiempo necesario para obtener patentes en la región es prolongado. En Brasil, por ejemplo, completar el proceso de solicitud de una patente puede demorar hasta 8 años, más de 6 años que lo que toma en China y Europa (donde el trámite tarda 22 meses). En Rusia el proceso sólo tarda 9 meses.
De las 25.000 solicitudes de patentes (de las cuales 20.000 venían del exterior) presentadas al Instituto Nacional da Propriedade Industrial de Brasil, se concedieron 5.450 registros de patentes. De ellas, 700 fueron para empresas, universidades o innovadores nacionales. En el 2017 en México se otorgaron 8,510 patentes. Allí el trámite tarda 3 años.
Como casos curiosos, el informe destaca que entre las oficinas de países de bajos y medianos ingresos, Ecuador y Colombia presentaron un crecimiento particularmente rápido (11,5 y 7,7 por ciento, respectivamente). En ambos casos, se registró un crecimiento de solicitudes hechas por no residentes.
“La presentación de solicitudes en el extranjero refleja la globalización de la protección y de la propiedad intelectual y el deseo de comercializar tecnología en mercados extranjeros”, explica la publicación. Por ejemplo, fueron solicitantes de EEUU quienes presentaron el 52,8 por ciento de las solicitudes de no residentes presentadas en México.
La abogada María José Cordero, doctora en derecho de la Universidad de Stanford, especializada en propiedad intelectual explica a SciDev.Net que América Latina no es una región homogénea.
La inversión que cada uno de los países hace en innovación y desarrollo y el porcentaje del Producto Interno Bruto que destinan a promover la ciencia y la tecnología, son muy dispares y en la mayoría de los casos muy inferiores a los que hacen países como China, señala.
Brasil, México y Argentina son los tres países que aglomeran casi el 90 por ciento de la investigación latinoamericana. Tras más de una década de crecimiento, entre 2007 y 2016, ellos mostraron caídas significativas en su inversión en ciencia y tecnología: Brasil (2%), México (3%) y Argentina (10%), asegura el informe El Estado de la Ciencia de la por la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología.
“Si el país invierte poco en el desarrollo e investigación de ciencia básica desde las instituciones estatales y tampoco ofrece incentivos para la innovación hace la ecuación más retadora para quienes quieran innovar. También falta la colaboración del sector privado”, destaca la abogada.
“Cambios políticos y crisis económicas en las diferentes naciones también pueden haber desalentado a los científicos a realizar investigación y desarrollo”, añade.
“Aunque creo que las patentes no son la única manera de medir el quehacer intelectual de un país, en una sociedad y economía del conocimiento sí es preocupante ver las cifras de América Latina”, asegura Pablo Jenkins, líder joven del Foro Económico Mundial, con una maestría en innovación por la Universidad de Harvard.
Además de que el proceso sea engorroso y costoso, Jenkins opina que existe una cultura que no ha valorado históricamente la propiedad intelectual, “entonces se buscan otras maneras de proteger pequeñas ideas”, explica.
Finalmente, atribuye parte de la responsabilidad al sistema educativo de la región: “El sistema educativo regional se ha quedado con esquemas del siglo XX, siendo como una línea de ensamblaje donde desde el primer grado todos reciben más o menos lo mismo y van pasando fase a fase de una manera relativamente genérica y no tan basada en la creación, experimentación y aprendizaje individual. Si no hemos sembrado eso temprano, es difícil esperar ver presentes las destrezas necesarias para crear e innovar en esas personas adultas”, subraya.
> Descargue el informe completo (en inglés).
FUENTE: Scidev
Naturalizada en poco tiempo y seguramente “palabra nativa” para la próxima generación, blockchain es hoy una verdadera paradoja en al menos dos sentidos: siendo un término ya generalizado, pocos pueden decir con seguridad de qué se trata; y siendo objeto de permanente patentamiento, es una tecnología que aún no está mayormente puesta al servicio de la sociedad.
De un momento a otro blockchain provocó una revolución de expectativas, prometiendo ser tan importante como la propia Internet y omnipresente en nuestras vidas. La promesa sigue en pie, pero no está claro aún cómo se materializará esa tecnología ni se valora con seguridad el alcance y los usos posibles.
Sin ánimos de una definición precisa y técnicamente detallada, podríamos decir que blockchain (la cadena de bloques) es un sistema descentralizado que registra transacciones (no necesariamente monetarias) en todos los nodos de una red, por lo que la información se torna incorruptible.
Eso lo hace gigante, puede crecer indefinidamente, tanto como red y como sistema, puede conectar a todas las personas en el planeta. No necesita intermediaciones institucionales para operar, sino sólo acceso a una computadora conectada a la red. Como tecnología es tan potente que permitiría mejorar y facilitar desde trámites administrativos hasta transacciones financieras. Birgit Clark (de Baker McKenzie) analiza y prevé importantes beneficios de blockchain en el futuro de la protección a la propiedad intelectual. Incluso Golem se plantea la posibilidad de que la red ayude a procesar ingentes cantidades de datos para beneficio común, por ejemplo el desarrollo del conocimiento científico.
Para ser gigante es como mínimo sospechoso que blockchain sea tan silencioso. Si por un lado es cierto que la gran mayoría de personas no está enterada de su significado y alcance, por otro no es menos cierto que las instituciones públicas y privadas se han encargado de mantener el tema oculto tras un halo de misterio e intrascendencia. Poco se dice sobre el desarrollo y la implementación de esta tecnología, pero es sabido que se cuece en todo el mundo.
Las grandes empresas, importantes instituciones financieras y los estados desarrollados apuestan fuerte a la tecnología blockchain, con la certeza de que en el corto plazo será revolucionaria más que incidente. Concretamente, a la fecha, los que pueden se van armando lo mejor posible para dar batalla en lo que sea que venga. Las (provisorias) armas son las patentes.
"Las empresas se están moviendo con rapidez para proteger sus ideas en nuevas áreas de desarrollo tecnológico; mucho antes de que la tecnología en realidad vaya al mercado” mencionaba Alex Batteson, editor de Derecho Práctico en Thomson Reuters (citado por Aaron Wood en Cointelegraph), refiriéndose al patentamiento en derredor de blockchain.
Batteson resume bien la situación. El boom de patentamiento alusivo hace suponer que el patent troll domina el escenario y que, en definitiva, no hay claridad sobre cuáles serán los usos de esta tecnología en “el mundo real”. Con excepción de las criptomonedas (y algunos incipientes desarrollos tecnológicos), nadie parece decidido a tirar la primera piedra.
Aún así, se pueden apreciar ciertos comportamientos en el rastro que dejan a su paso las patentes para posibles usos y aplicaciones de la tecnología blockchain.
Acaso hablando fuerte y claro sobre el futuro de la economía mundial, la hermética China lidera el ranking de naciones que solicitaron patentes a la Asociación Mundial de Propiedad Intelectual (WIPO por sus siglas en inglés) durante 2017 -informaba Thomson Reuters-, con 225 solicitudes, más de la mitad del total de solicitudes y más del doble que su principal seguidor, Estados Unidos, con 91 solicitudes; luego sigue Australia con 13. Los números refieren, además, que las solicitudes de patente para la tecnología blockchain se triplicó en 2017 respecto del año anterior y que las principales beneficiarias (empresas chinas) entre 2012 y 2017 presentaron 6 de cada 9 patentes para uso de esta tecnología.
No obstante, un nuevo análisis de KPMG muestra que la inversión en blockchain dentro de EE. UU durante la primera mitad del 2018 ha excedido el total general incurrido en el 2017, según su informe semestral "The Pulse of Fintech" publicado el pasado 31 de julio.
Engrosa esa lista Bank of América, que es noticia permanentemente por su asidua participación: desde hace algunos meses dio a conocer su intención de solicitar a la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés) el registro de 20 patentes que incluyen la tecnología de contabilidad distribuida. Recientemente, USPTO publicó tres de las solicitudes entregadas en febrero de 2016 por la compañía financiera.
El tercero en la lista, Australia, utiliza su agencia federal "Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth" (CSIRO, por sus siglas en inglés) y, de ésta, su brazo de investigación Data61, para crear una nueva plataforma llamada Australian National Blockchain. Trabaja junto a la firma de abogados Herbert Smith Freehills y a la transnacional IBM para permitir a las empresas automatizar transacciones basadas en términos legales predefinidos, codificados en contratos inteligentes sobre una red de blockchain basada en IBM.
Según informa Coindesk, "El esquema establecerá contratos inteligentes que tienen la capacidad de registrar orígenes de datos externos, como los dispositivos de Internet de las cosas (IoT), y puede ejecutarse automáticamente una vez que se cumplan las condiciones especificadas."
Los países que no están en los primeros lugares del ránking, pero quieren estarlo, también hacen su apuesta. El gobierno de Hong Kong publicó el pasado agosto una actualización de los criterios que tomará en cuenta para migrar a ese país, otorgando puntos adicionales de calificación a profesionales expertos en tecnología blockchain o, para ser más específicos, en tecnologías de contabilidad distribuida y con experiencia en Fintech.
Rusia, otro jugador de peso, pese a sus reservas, manifiesta abiertamente su interés por el desarrollo del sector y se asocia con la internacional Ethereum, en un primer momento para la gestión de los 15.000 puestos de comercio de fines de semana para los agricultores de su país y los que provengan de Armenia, Bielorrusia, Kazajstán y Kirguistán.
Está bien como ensayo. Pero, fiel a su estilo, el Kremlin prefiere apostar al control y sube el tono a la fiscalización con un sistema que le permita rastrear las transacciones realizadas con criptomonedas y que debería estar operando desde este año. Las razones alegadas: “confrontar los esquemas de fraude y prevenir el financiamiento del terrorismo”. Razones a las que no está demás atender.
Ciertos fundamentos de blockchain tienen una base muy antigua: el arte de los mensajes cifrados. Esta tecnología tuvo un auge durante la segunda guerra mundial y se desarrolla disciplinariamente con el nombre de criptografía.
Así, como la propia Internet, el origen de blockchain se remonta a tecnología fraguada principalmente en el ámbito militar, que se redimensiona en su contacto con lo público. Para el caso, el "contacto" se produjo con el desarrollo de ciertos algoritmos que permitieron crear la "criptografía de clave pública", precedente fundamental para el desarrollo de blockchain.
El toque final llegó en la década de 1990, a través del desarrollo de proyectos informáticos con fines políticos que buscaban un sistema descentralizado, libertad de información, distribución del poder... Así se originó la publicación de Bitcoin P2P e-cash, la antesala de la criptomoneda.
Los fines políticos nunca abandonaron el proyecto y continúan hoy instalados en el corazón mismo de la tecnología, cual si fueran inherentes a ella (con énfasis en las criptomonedas).
Satoshi Nakamoto, pseudónimo con que el (o los) creador de Bitcoin firmó su obra, manifestaba en lo que se conoce como su primera aparición pública (un post en el foro P2P Foundation / 2009): "El problema raíz de la moneda convencional es toda la confianza que se requiere para que funcione. Se debe confiar en el banco central para no degradar la moneda, pero el historial de monedas fiduciarias está lleno de violaciones de esa confianza. Se debe confiar en los bancos para retener nuestro dinero y transferirlo electrónicamente, pero lo prestan en oleadas de burbujas de crédito con apenas una fracción de reserva. Tenemos que confiarles nuestra privacidad, confiar en que no permitan que los ladrones de identidad agoten nuestras cuentas [...] Es hora de que tengamos lo mismo por dinero. Con la moneda electrónica basada en pruebas criptográficas, sin la necesidad de confiar en un intermediario externo, el dinero puede ser seguro y las transacciones realizarse sin esfuerzo." (la traducción es nuestra).
Sin más, en palabras de su creador, el Bitcoin centra su atención en dos temas fundamentales que sustentan el sistema financiero internacional y a las propias monedas: confianza e intermediación o, mejor, la confianza en la intermediación. Bitcoin propone, concretamente, que la confianza se traslade de las (poco confiables) instituciones, como los bancos y los estados, al inviolable (o muy confiable) sistema blockchain, prescindiendo así de las instituciones como intermediarias en las relaciones económicas y financieras interpersonales.
La idea de prescindir de las instituciones fue siempre una apuesta anarquista y este caso no es la excepción. De allí los recaudos que los gobiernos (como Rusia y Australia) toman para el desarrollo de esta tecnología, o incluso para permitir su desarrollo (como es el caso de Colombia).
De allí también el silencio que envuelve como un halo de misterio al gigante blockchain. Pero el silencio sólo es posible en esta fase de patentamiento: cuando comience a desarrollarse asiduamente la tecnología, la necesidad de controlarla requerirá pronto del ámbito jurídico, donde se buscará definir y acotar los usos permitidos.
La pregunta, a todas luces, es ¿cuánto control se podrá ejercer sobre blockchain, diseñado justamente para minimizar el control (institucional)? No es la primera vez que tecnología desarrollada por los estados (principalmente con participación de sus ejércitos) amenaza volverse contra ellos.
La amenaza es real, como reconoce el "Manifiesto cripto-anarquista" (1992), que supone uno de los fundamentos políticos e ideológicos de Bitcoin y blockchain, además de ser un documento escalofriantemente premonitorio:
"El Estado intentará, por supuesto, retardar o detener la diseminación de esta tecnología, citando preocupaciones de seguridad nacional, el uso de esta tecnología por traficantes de drogas y evasores de impuestos y miedos de desintegración social. Cualquiera de estas preocupaciones serán válidas; la cripto-anarquía permitirá la comercialización libre de secretos nacionales y la comercialización de materiales ilícitos y robados. Un mercado computarizado anónimo permitirá incluso el establecimiento de horribles mercados de asesinatos y extorsiones. Varios elementos criminales y extranjeros serán usuarios activos de la CryptoNet. Pero esto no detendrá la extensión de la cripto-anarquía. La cripto-anarquía, combinada con los mercados de información emergentes, creará un mercado líquido para cualquier material que pueda ponerse en palabras e imágenes. Y de la misma manera que una invención aparentemente menor como el alambre de púas hizo posible el cercado de grandes ranchos y granjas, alterando así para siempre los conceptos de tierra y los derechos de propiedad en las fronteras de Occidente, así también el descubrimiento aparentemente menor de una rama arcana de las matemáticas se convertirá en el alicate que desmantele el alambre de púas alrededor de la propiedad intelectual."