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TikTok y las Marcas Registradas en Vídeos Virales 

Joseph Ortiz
agosto 25, 2025
agosto 25, 2025

En la vorágine digital de TikTok, donde un meme puede cruzar fronteras en cuestión de horas, los logotipos y marcas registradas han dejado de ser simples símbolos corporativos para convertirse en piezas centrales de la cultura viral. Entre challenges, parodias y vídeos espontáneos, los usuarios recrean, reinterpretan e incluso se apropian visualmente de elementos protegidos, sin detenerse a pensar en el impacto legal que esto conlleva. Esta dinámica ha convertido a TikTok en un espacio donde la cultura digital y el marketing convergen; marcas de todo el mundo observan cómo sus productos aparecen en vídeos virales y, en muchos casos, disfrutan de una publicidad gratuita. Sin embargo, este auge también ha expuesto un nuevo riesgo: la infracción de marcas en redes sociales. La popularidad de un vídeo puede diluir la distintividad de un logo o asociar una marca con mensajes que no controla. 

Este fenómeno ha generado un conflicto legal creciente. Usuarios de la plataforma incorporan logotipos, eslóganes o diseños protegidos en montajes humorísticos, desafíos o “duetos” sin autorización. Las grandes compañías, por su parte, consideran que este uso no autorizado de marcas afecta la reputación y la capacidad de identificar sus productos. Abogados especializados destacan que cuando un logo se convierte en un elemento habitual de memes, puede debilitar la asociación del público con la marca. Los casos van desde parodias benignas hasta usos comerciales encubiertos, y las redes sociales han multiplicado su alcance y velocidad. 

Las primeras demandas públicas reflejan el choque entre la libertad creativa y la protección de la propiedad industrial en TikTok. En 2022 la empresa Nike envió una carta de “cease and desist” a la pequeña empresa californiana Just Succ It por su nombre satírico; la dueña utilizó TikTok para denunciar la situación y su serie de vídeos superó los dos millones de visualizaciones. En 2023 la influencer Cierra Mistt fue señalada por PepsiCo; la compañía detrás de la bebida Sierra Mist alegó que su alias generaba confusión, mientras la creadora respondió que el registro había caducado y reclamó derechos de uso previos. Este tipo de litigios muestra que la viralidad puede convertirse en un problema legal incluso cuando las empresas llevan años sin usar activamente sus marcas. 

La tensión no solo afecta a usuarios y marcas, sino también a las propias plataformas. TikTok actualizó su política de propiedad intelectual en 2025 y advirtió que cualquier contenido que infrinja derechos de marca –es decir, que use signos idénticos o similares de forma que cause confusión sobre el origen o patrocinio– será eliminado. Al mismo tiempo, reconoce excepciones para referencias precisas, críticas o parodias cuando no se pretende designar productos propios. La compañía implementa mecanismos de denuncia y recurre a tecnologías de inteligencia artificial para localizar contenidos infractores, lo que genera un nuevo escenario de cuidado automatizado donde los algoritmos participan activamente en la moderación. 

Evolución del conflicto legal en redes sociales 

La controversia por el uso de marcas registradas en contenido generado por usuarios no comenzó en TikTok. Plataformas como YouTube ya habían provocado debates sobre “fair use” y parodia durante la década de 2010. Sin embargo, la brevedad y el formato audiovisual de TikTok han cambiado la naturaleza de estos conflictos. En esta red los vídeos se crean y comparten a un ritmo vertiginoso, y los usuarios mezclan logos, música y efectos en cuestión de segundos. Las empresas perciben que sus marcas aparecen en contextos impredecibles: un logotipo de lujo puede combinarse con una cadena de comida rápida en un “collab” ficticio, diluyendo su prestigio; o un símbolo deportivo puede aparecer como parte de un reto humorístico y perder su carácter distintivo. 

La velocidad con la que se propagan los memes y la capacidad de los usuarios para modificar logos –cambiando colores, tipografía o añadiendo elementos– dificultan la vigilancia tradicional. Antes, la detección de infracciones se hacía mediante búsquedas de texto; hoy, la mayoría de las imágenes y vídeos no incluyen menciones escritas. Según un informe de VISUA, más de tres mil millones de imágenes se comparten diariamente en redes sociales y el 80 % de ellas no contiene referencias textuales a marcas. Esto ha llevado a las empresas a invertir en tecnologías de reconocimiento visual para identificar sus logos en tiempo real y evitar la dilución de sus marcas

El fenómeno también ha generado nuevos modelos de negocio: creadores que utilizan personajes y marcas para contar historias. Un ejemplo notable es la serie “Sylvanian Drama” creada por la irlandesa Thea von Engelbrechten. Sus vídeos, protagonizados por figuras de la línea de juguetes Sylvanian Families, se volvieron virales y atrajeron colaboraciones con Netflix y Burberry. Estas colaboraciones mostraban personajes junto a logos o productos sin permiso del fabricante, lo que llevó a la empresa Epoch a demandarla en 2025 por infracción de derechos de autor y de marca. El caso se convirtió en un símbolo de cómo la creatividad y el marketing viral pueden chocar con la propiedad intelectual. 

La explosión de TikTok también ha incentivado a las marcas a interactuar con los usuarios. Algunas compañías aprovechan la viralidad y participan en desafíos, mientras otras adoptan posturas estrictas y responden con demandas o advertencias legales. Este equilibrio entre participación y protección es complejo: actuar con excesiva dureza puede resultar en un efecto Streisand, generando mayor visibilidad al contenido criticado; no actuar puede debilitar la marca. La evolución de estos conflictos evidencia que la regulación legal no siempre acompaña el ritmo de la cultura digital, generando lagunas y zonas grises que se exploran caso por caso. 

Casos recientes y jurisprudencia relevante 

La intersección entre TikTok y las marcas registradas se ha materializado en diversos litigios. El caso Nike vs. Just Succ It es ilustrativo: la gigante deportiva envió una advertencia legal a Andrea Galbreath, dueña de un negocio de suculentas, alegando que el nombre de su tienda y su logo (una parodia de “Just Do It”) podían causar confusión. Galbreath respondió creando una serie de vídeos en TikTok donde narraba la disputa; su historia se viralizó y obtuvo apoyo público, pero evidenció cómo las grandes marcas vigilan constantemente registros y envían cartas de cese para evitar la dilución de su eslogan

Un conflicto más reciente es la demanda de PepsiCo contra la creadora Cierra Mistt. La compañía sostuvo que su nombre artístico se asemejaba demasiado al de la antigua bebida Sierra Mist y presentó una queja formal. La influencer alegó que la marca había expirado y que ella tenía uso previo; además, acusó a la empresa de intimidarla. Este caso, aún en litigio, plantea preguntas sobre la vigencia de derechos cuando un registro caduca y sobre la existencia de derechos de “common law” basados en el uso continuado. La disputa demuestra que en la era de los influencers, la línea entre nombre personal y marca comercial se difumina. 

Otros litigios ilustran las limitaciones de la parodia. En 2023 el Tribunal Supremo estadounidense resolvió que un juguete para perros denominado “Bad Spaniels” infringía la marca de Jack Daniel’s porque utilizaba su botella como identificador de origen, a pesar de ser una parodia. Esta sentencia sugiere que, aunque la parodia esté protegida por la libertad de expresión, el uso de un logotipo para vender un producto puede constituir infracción. En Europa, la legislación también exige que las parodias no dañen la función distintiva de la marca. 

El caso Sylvanian Drama mencionado antes se convirtió en símbolo de la tensión entre creatividad y derechos comerciales. La demanda de Epoch acusaba a la creadora de usar las figuras y la marca en contenidos patrocinados por terceros, lo que supuestamente generaba una falsa idea de respaldo. Aun así, muchos expertos consideran que su obra es transformativa y que su uso de productos comprados no compite con el mercado principal de Epoch. La resolución del caso puede sentar precedentes sobre el alcance de la parodia y la primera venta en el contexto de las redes sociales. 

Las demandas no solo provienen de Estados Unidos. En 2023 un artículo de PuroMarketing señaló que compañías como Nike, CocaCola, Starbucks, Apple y Chanel han enfrentado numerosas batallas legales por el uso no autorizado de logotipos y la similitud de marcas. Estos antecedentes muestran que la reacción de las grandes empresas ante la apropiación cultural de sus signos distintivos no es nueva; la novedad es la velocidad y el alcance que ofrecen las redes actuales. 

Tecnología de vigilancia de marcas: IA y reconocimiento visual 

El volumen de contenido publicado en TikTok ha obligado a las marcas a adoptar sistemas de vigilancia más sofisticados. Los métodos tradicionales de búsqueda por texto son insuficientes; las empresas necesitan herramientas capaces de identificar un logotipo aunque esté distorsionado, ubicado en un rincón del vídeo o aparezca por milisegundos. Para ello se recurre a la inteligencia artificial para protección de marcas, que combina análisis de datos, reconocimiento de imágenes y procesamiento del lenguaje natural. 

Las plataformas de vigilancia usan algoritmos de visión computacional que detectan similitudes visuales entre logos y productos. Una guía de Cimphony explica que los modelos de IA pueden escanear continuamente plataformas en línea, mercados y redes sociales para detectar infracciones, recopilar pruebas, priorizar los casos de mayor riesgo y generar automáticamente avisos legales o solicitudes de retirada. Estas herramientas reducen el tiempo de respuesta y permiten un enforcement automatizado que envía notificaciones en tiempo real cuando se detecta un uso indebido. No obstante, el informe subraya que la supervisión humana sigue siendo esencial para interpretar los resultados y aplicar matices legales. 

Los sistemas de monitorización abarcan desde programas de reconocimiento de imagen hasta servicios de auditoría digital. La consultora Page Vault señala que las firmas de abogados utilizan tecnologías que generan alertas automáticas y capturas de pantalla para documentar infracciones; estas herramientas incluyen motores de búsqueda de marcas, detección mediante OCR y redes neuronales que identifican productos falsificados. Además, hay plataformas especializadas –como BrandShield, Corsearch o Red Points– que rastrean registros de dominios, ventas en comercio electrónico y contenido social para anticipar fraudes. 

La necesidad de monitorización visual también se refleja en los servicios de visual listening. VISUA destaca que la mayoría de imágenes compartidas en redes no contienen referencias textuales; por ello, los monitores de redes deben integrar reconocimiento de logotipos para detectar cuándo y dónde aparecen las marcas. Este enfoque proporciona a las empresas información sobre el contexto en el que se usan sus productos, identifica oportunidades de marketing y previene la falsificación. La automatización es clave: con miles de millones de imágenes diarias, solo la IA puede analizar los datos a escala. 

Estas tecnologías no solo sirven a las empresas; las plataformas también las emplean para moderar contenido. TikTok, por ejemplo, ofrece a los titulares de marcas un formulario de denuncia y utiliza algoritmos para detectar infracciones y limitar el acceso a la función LIVE cuando hay violaciones graves. Su política de repetidores establece que una cuenta puede ser suspendida tras varias advertencias. Así, el monitoreo automatizado no es solo una herramienta empresarial, sino parte integral de la gobernanza de la plataforma. 

Vacíos legales y desafíos regulatorios 

A nivel internacional, la protección de las marcas se rige por tratados como el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC). El artículo 17 de este acuerdo permite a los Estados establecer excepciones limitadas a los derechos conferidos por una marca, como el uso descriptivo, siempre que se respeten los intereses legítimos del titular y de terceros. Sin embargo, el tratado no define con claridad cómo deben aplicarse estas excepciones en el contexto de parodias o contenidos virales; eso se deja a las legislaciones nacionales. 

Las diferencias entre países son significativas. En Estados Unidos, la doctrina del fair use se divide en “uso descriptivo” y “uso nominativo”. Este último permite mencionar marcas para identificar productos o compararlos, siempre que no se utilice más de lo necesario ni se sugiera patrocinio. En el Reino Unido no existe un equivalente directo: el uso sin permiso se evalúa bajo el estándar de prácticas comerciales honestas y las excepciones se limitan a descripciones y publicidad comparativa. Canadá tampoco reconoce una doctrina de fair use para marcas; el criterio se centra en si el uso crea confusión o diluye la distintividad. En la Unión Europea, la normativa admite ciertas menciones cuando son necesarias para indicar la finalidad de un producto y no se aprovecha indebidamente la reputación de la marca. 

En América Latina, muchos países siguen los principios del ADPIC y del Convenio de París, pero la jurisprudencia sobre redes sociales es incipiente. La doctrina del derecho de cita y parodia reconoce cierta libertad creativa, pero la mayoría de legislaciones otorgan preferencia a la protección de la marca cuando hay riesgo de confusión o dilución. Las diferencias regulatorias generan incertidumbre para los creadores que publican contenido a escala global: un vídeo que parodia un logo puede ser lícito en Estados Unidos pero problemático en Europa o viceversa. Esta fragmentación abre espacio para litigios estratégicos y shopping jurisdiccional. 

La tecnología añade otra capa de complejidad. Los algoritmos de reconocimiento no distinguen entre usos paródicos y comerciales, por lo que pueden eliminar vídeos que, en algunos países, estarían protegidos por la libertad de expresión. La ausencia de criterios uniformes sobre la información que debe considerarse “transformativa” o “descriptiva” dificulta automatizar la moderación sin falsear resultados. Además, los marcos normativos deben actualizarse para abordar la vigilancia masiva: la privacidad de los usuarios y la transparencia de los sistemas de IA son temas cruciales que aún carecen de regulación específica. 

Libertad creativa vs enforcement automatizado 

Para los creadores, TikTok es un espacio de experimentación donde se mezclan humor, crítica social y publicidad. La presencia de marcas en vídeos virales puede ser un homenaje, una sátira o simplemente un elemento más de la narrativa. Sin embargo, el incremento de demandas y la aplicación de algoritmos de protección automatizado han generado preocupación por la censura y el impacto en la creatividad. Cuando una empresa denuncia un vídeo, TikTok puede eliminarlo y enviar advertencias que, acumuladas, llevan al cierre de la cuenta. Las apelaciones son posibles, pero el usuario debe demostrar que tiene permiso o derecho a usar la marca; alegar ignorancia o libertad de expresión no es suficiente. 

Las políticas de TikTok contemplan excepciones: es lícito referenciar, criticar o parodiar una marca sin autorización siempre que no se cause confusión sobre el origen de los productos o se utilice el logo para designar bienes propios. No obstante, la aplicación práctica de estas reglas es dispar. Muchas denuncias se resuelven mediante sistemas automatizados que no distinguen contextos, y los creadores suelen desconocer los procedimientos para apelar o demostrar su derecho. Esto genera un ambiente donde la autocensura aparece como estrategia de supervivencia para evitar la pérdida de cuentas. 

El uso de IA por parte de las marcas también plantea dilemas éticos. Los sistemas de monitoreo pueden capturar y analizar grandes volúmenes de datos de usuarios, generando inquietudes sobre privacidad y vigilancia. Además, la clasificación de contenido como infractor o no infractor puede reproducir sesgos y perjudicar a comunidades que recurren a la parodia para denunciar injusticias. Abogados y académicos advierten que el equilibrio entre proteger la propiedad industrial en TikTok y preservar la libertad creativa debe incluir transparencia y supervisión humana. 

Finalmente, el conflicto afecta la dinámica cultural de las redes sociales. La viralidad y la comunidad se construyen a través de remixar, parodiar y recontextualizar símbolos, una práctica que enriquece la cultura digital. Si la aplicación de algoritmos de vigilancia se vuelve excesivamente estricta, podría empobrecer el ecosistema creativo y limitar la evolución del lenguaje visual. Es necesario debatir cómo se pueden proteger las marcas sin sofocar la innovación y la crítica. 

Puntos Finales 

El conflicto entre TikTok y las marcas registradas evidencia una transformación profunda en el derecho y la cultura digital. La difusión masiva de vídeos virales ha ampliado las posibilidades de expresión, pero también ha multiplicado los riesgos de infracción de marcas en redes sociales. Las empresas han respondido con demandas, cartas de cese y tecnología de vigilancia que detecta logos en tiempo real, mientras que los creadores buscan equilibrios entre creatividad y cumplimiento legal. Las implicaciones van más allá de lo jurídico: afectan la reputación de las marcas, la libertad artística y la percepción pública de la justicia. 

Para los usuarios, la recomendación principal es informarse. Conocer qué usos constituyen uso no autorizado de marcas y cuáles son aceptados –como reseñas, comparaciones o parodias no comerciales– puede evitar conflictos con grandes compañías. También es aconsejable registrar los nombres o logos propios y consultar a especialistas antes de utilizar signos protegidos. Para las marcas, se sugiere adoptar estrategias equilibradas: vigilar y denunciar cuando exista riesgo real de confusión o dilución, pero también aprovechar oportunidades de interacción con la comunidad y ser conscientes del efecto que una demanda puede tener en su imagen. 

Las plataformas deben asumir un rol activo en la educación digital. Esto implica ofrecer herramientas claras para denunciar y apelar, y transparentar cómo funcionan los algoritmos que identifican infracciones. La colaboración con expertos en propiedad intelectual y derechos humanos puede ayudar a afinar los sistemas de moderación y evitar bloqueos indiscriminados. Asimismo, se requiere trabajar en la legislación sobre marcas registradas para incorporar criterios que reconozcan la especificidad de los contenidos virales y la naturaleza transformativa del arte digital. 

De cara al futuro, es probable que la protección de marcas en redes sociales se base en un equilibrio entre regulación, tecnología y cultura. Veremos un aumento de sistemas de IA que combinen reconocimiento de logos con análisis de contexto, permitiendo distinguir parodias de usos comerciales. Las leyes deberán adaptarse para brindar excepciones claras y predecibles, y para establecer límites a la vigilancia masiva. Solo así se podrá fomentar un ecosistema donde la creatividad florezca y las marcas se protejan de manera justa. 

Bibliografía 

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