Innovación y crecimiento desde las patentes

Comunicaciones L&C
abril 27, 2022
abril 27, 2022

Una nueva semana y les traemos interesantes noticias sobre el desarrollo y la creación de patentes en el mundo de la propiedad intelectual. Aquí te hablamos del aumento del volumen de patentes de invención de China, las patentes para el metaverso y la batalla por la patente del láser.

Algunas de estas notas son muy interesantes y otras de seguro revolucionaran el cotidiano, te traemos una mirada distinta de nuestra sociedad desde las patentes. Te recordamos que puedes revisar aquí nuestras notas de la semana pasada.

Aumenta volumen de patentes de invención de China

Según informó el 24 de abril el máximo regulador de propiedad intelectual de China, el país ha autorizado más de 2,53 millones de patentes de invención en los últimos cinco años, con una tasa de crecimiento anual promedio del 13,4 %.

Shen Changyu, jefe de la Administración Nacional de Propiedad Intelectual de China, precisó en una conferencia de prensa que se registraron más de 27,7 millones de marcas registradas en el mismo periodo, un aumento anual promedio del 29 %.

En 2021, el país autorizó 696.000 patentes de invención, y la propiedad promedio de patentes de invención de alto valor llegó a 7,5 por cada 10.000 personas, casi el doble que al final de 2017.

De acuerdo con el plan de 15 años de China (2021-2035) para el desarrollo de los DPI, se ha establecido un objetivo claro: el valor agregado de las industrias intensivas en patentes debería representar el 13 % del PIB hasta 2025.

China se ha comprometido a promover el desarrollo ordenado de la cooperación y competencia internacional de DPI. En 2021, las empresas chinas presentaron 8.596 solicitudes de patentes en países a lo largo de la Franja y la Ruta, lo que significa un aumento interanual del 29,4 %, al mismo tiempo que estos países a su vez solicitaron 25.000 patentes de invención en China.

Lo nuevo en patentes para el Metaverso

David Beckham, se unió recientemente al metaverso después de presentar tres solicitudes de marca relacionadas con Tokens No Fungibles (NFTs).

Beckham realizó la petición ante la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de los Estados Unidos este mes de abril, según informó el abogado Mike Kondoudis. Indicó además que, la solicitud de Beckham tiene como objetivo estimular el uso de tokens no fungibles, criptomonedas, ropa, calzado, artículos, actuaciones virtuales y eventos en el metaverso.

El pasado mes de marzo David Beckham informó que fue designado embajador de una serie de proyectos “emocionantes” relacionado con la empresa DigitalBits (XDB). A través de un comunicado, la criptofirma dijo que Beckham ayudaría a comunicar el poder transformador de la cadena de bloques DigitalBits a consumidores, marcas y otras organizaciones en el mundo.

Siempre estoy interesado en encontrar nuevas formas de comunicarme con mis aficionados (…) siempre me he enorgullecido de trabajar con los mejores equipos y estoy muy emocionado de sacar mis colecciones NFT y otras innovaciones en el futuro, dijo Beckham.

La batalla por la patente del láser

Para entender lo que sucedió debemos ir a 1957, cuando a un estudiante de doctorado de la Universidad de Columbia, Gordon Gould, se le ocurrió el modo de construir un resonador óptico, una pieza fundamental sin la cual es imposible obtener un haz de láser estrecho, coherente e intenso. Ya había hecho algo parecido en 1956 para Townes, cuando le propuso cómo realizar el bombeo óptico para su máser.

Describió el resonador en su cuaderno de trabajo -además de sus otras posibles aplicaciones como espectrometría, interferometría, radar y fusión nuclear- bajo el título “Cálculos aproximados sobre la viabilidad de un LASER: Amplificación de Luz por Emisión Estimulada de Radiación”: esta es la primera vez que aparece el acrónimo láser. Gould sabía lo que tenía entre manos así que dirigió sus pasos a un notario para que, al menos, su trabajo estuviera convenientemente certificado.

En 1959 dejó la Universidad de Columbia porque estaba deseoso de patentar su invento y porque creía, erróneamente, que tenía que construir un láser para poder patentarlo. Abandonó su tesis doctoral y se puso a trabajar en una empresa privada, Technical Research Group (TRG). Gould les convenció para que trabajaran en el desarrollo de un láser, e incluso consiguió financiación de la agencia de investigación del Departamento de Defensa DARPA.

Un nuevo problema

Pero entonces las cosas se torcieron: DARPA declaró el proyecto como clasificado y como Gould había participado en actividades comunistas, se le prohibió participar en el proyecto. Sin Gould TRG perdió la carrera, que ganó el recién fundado Hughes Research Laboratories, el brazo de investigación de Hughes Aircraft. Theodore Maiman hizo funcionar el primer láser el 16 de mayo de 1960, alumbrando con una lámpara de flash de alta potencia una varilla de rubí rosa con superficies recubiertas de plata. Inmediatamente escribió un artículo contando su trabajo a la prestigiosa Physical Review Letters, pero sorprendentemente lo rechazaron.

Maiman se la jugó y lo envió a Nature -una revista aún más selectiva que PRL-; los editores lo aceptaron y salió publicado el 6 de agosto. Pero su empresa no iba a esperar a que apareciera publicado y el 7 de julio de 1960 dio una rueda de prensa anunciando el descubrimiento. Podemos imaginar el revuelo que levantó, y empezó a hablarse del “rayo de la muerte”...

Gould había seguido perfeccionando su idea y presentó una solicitud de patente en abril de 1959. La Oficina de Patentes de los Estados Unidos la denegó porque Laboratorios Bell había presentado su patente del láser antes que él. Por entonces el criterio que se usaba para la concesión de patentes era el first to invent (el primero en inventar), al revés que en Europa, donde se seguía (y se sigue) la norma del first to file (el primero que la pide). Así que Gould sacó su cuaderno certificado ante notario de 1957 y junto con TRG se lanzó a los tribunales.

Esto llevó a un larguísimo litigio que duró 28 años. En 1973 el Tribunal de Apelaciones de Aduanas y Patentes de los Estados Unidos dictaminó que la patente original otorgada a Schawlow y Townes era demasiado general, pues no proporcionaba suficiente información para construir ciertos componentes clave, y en 1985 el Tribunal Federal en Washington ordenó a la Oficina de Patentes que concediera la patente a Gould.

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